A los primigenios habitantes del Bosque Viejo, seres casi siempre cordiales, no les gusta dejarse ver, aunque sí sentir. Los seres humanos somos muy peligrosos, eso sin olvidar nuestros hábitos, sucios y malsanos. Desde tiempos remotos utilizamos los espacios que nos nutren -física, emocional y espiritualmente- como vertederos de basura. Bosques, valles, ríos, mares, océanos, atmósfera -fuente de alimento, energía y aire renovado para todo ser vivo en este planeta- se ven agredidos por montañas de inmundicias, extremadamente peligrosas y nocivas. Y nuestros seres maravillosos con ellos.
Aun así podemos invocarlos, eso quiere decir llamarlos amigablemente, con maneras pacíficas y un sano deseo de establecer relaciones en términos de respeto al entorno. A veces responden a la llamada. Debemos tener muy en cuenta que, salvo muy raras excepciones, no cometerán imprudencias. La vida les va en ello.
Cómo invocarlos...
Elfos: Tañer una campana, que no sea estridente, en un paraje natural, mientras hablamos en voz alta.
Enanos: Enterramos un pequeño pedazo de oro en el jardín y, además, dejaremos un hacha en el exterior. Para ellos es un símbolo de amistad.
Gnomos: Tendremos que clavar una piedra en posición vertical al lado de un árbol cercano a la casa. En señal de buen ánimo se puede dejar, también junto al árbol, dulces o frutas azucaradas.
Hadas: Debemos invocarlas de noche o al anochecer. Sobre un trozo de tela de seda de color claro ponemos unos pétalos de rosa o tomillo, también es posible agasajarlas con miel y leche o dejando una herramienta usada.
Nereidas: Es necesario tumbarse boca arriba sobre el agua del mar y llamarlas en voz alta, golpeando con la palma de la mano la superficie del agua para crear pequeñas hondas. Les será mas fácil responder si hacemos la invocación en Invierno, con bruma sobre el agua.
Ninfas: Las llamaremos con suaves palabras y silbidos. Muy importante: nunca ofrecerles flores cortadas como ofrenda.
Ondinas: Nos tumbaremos boca arriba sobre el agua del mar y las llamaremos en voz alta, golpeando con la palma de la mano el agua para crear pequeñas olas.
Silfos: Haz sonar una flauta en los días de viento. Debemos mostrarnos especialmente receptivos a su presencia, son extremadamente sensibles.
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