Lo cierto es que el reino de las hadas no se encuentra muy lejos; está incluso al alcance de nuestras manos. Para adentrarnos en él basta con cambiar la manera de ver las cosas y el ¡Ábrete sésamo! imprescindible es la mirada -la mirada maravillosa- de la infancia.
(Édouard Brasey, "Hadas y elfos. El universo feérico I")
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