A veces el dolor nos advierte de su llegada, se deja ver mientras nos acercamos a él por ese camino que vamos haciendo al andar. Otras, en cambio, aparece de pronto, puede que con tiento... y puede que no. La llegada del dolor abre compuertas y entonces el ruido anega nuestro mundo. Ya no podemos escuchar, solo oír. Y sin embargo más allá de la mente confusa, más allá del corazón encogido siguen estando la ternura -el amor empapando gestos, caricias, palabras...- y nuestra fuerza infinita. No las vemos. Algo nos dice que el dolor es el enemigo. El verdugo. Y si hay un verdugo, hay una victima -Yo- y un salvador. ¡Un salvador! ¿Dónde? Corremos en su busca. Huyendo de aquello que nos duele, huimos de nosotros mismos. Y en la confusión no podemos comprender que es el dolor quién vino a salvarnos.
Este mural se encuentra en un Balneario al sur de Extremadura.
La foto es de Gabes Manuel Molinos.
No hay comentarios :
Publicar un comentario