ALQUIMIA y ESPAGIRIA con Francisco Cobo


  Pregunta: La alquimia es un saber hermético, secreto, con la capacidad de transformar positivamente a quién lo posee… ¿Es mejor que siga siendo una sabiduría oculta. En que medida su divulgación podría ser socialmente beneficiosa?

  Francisco: Yo creo que la alquimia es hermética por propia necesidad. La palabra “hermético” deriva de Hermes Trimegisto, a través de las escuelas de Tebas y de las escuelas egipcias se transmite un conocimiento sobre la elaboración y la transmutación de los elementos -de la antigua química como tal-, y el problema fundamental es que cuando ese conocimiento empieza a ser agredido por los poderes sociales, o socioculturales, necesita refugiarse en un lenguaje que es encriptado, que llamamos hermético. Pero la alquimia no es hermética en sí misma, lo es para protegerse, en su tiempo, de los poderes –la iglesia, los feudales, etc.-. Los alquimistas utilizan un lenguaje propio, que es un lenguaje críptico y que es un lenguaje que, cuando lees un texto de alquimia, parece que estás leyendo una estupidez auténtica; pero tiene todo un significado y tiene todo un sentido. Respondiendo a la segunda pregunta, de hasta qué punto puede ayudar socialmente la divulgación de la alquimia… la alquimia es el origen de gran parte del conocimiento químico que desarrolló la humanidad en tiempos determinados -en el mundo mediterraneo, egipcio, babilónico, griego- y que mas tarde evolucionó hacia lo que hoy en día conocemos. Por tanto, recuperar gran parte de toda esa sabiduría, y de todo ese proceso antiguo, y aplicarlo al conocimiento actual nos puede ayudar de forma determinante en el manejo de la salud de los enfermos.



  Alquimia y espagiria… ¿Qué es una, qué es otra y cómo se relacionan entre ellas y con el ser humano?

  La alquimia es la nutrición filosófica de cómo manejar los arcanos, de cómo manejar la normas primarias y básicas de la transmutación de los elementos de la propia naturaleza, y la espagiria es la forma de elaborar remedios -con un objetivo terapéutico-, en base a la propia alquimia ¿Qué sucede? Que la palabra alquimia está muy asociada a la transmutación del plomo en oro, desde un punto de vista material –aunque su trascendencia la tiene en transformar lo que en nosotros hay de plomo, o sea, de algo negativo, en oro, que es lo divino-. La idea final es la transmutación del propio ser humano para convertir sus alteraciones individuales en virtudes. Eso es alquimia. Todo ello tiene una relación con los elementos, tiene una relación con el universo, tiene una relación con el cosmos, tiene una relación con esa parte integradora del ser humano en un medio natural que no puede escapar a las leyes universales. La aplicación de todas esas leyes universales estudiadas da lugar, entre otras cosas a la espagiria, que es fabricar remedios terapéuticos en base a ese concepto universal.



  ¿De qué hablamos cuando hablamos de quintaesencia?

  La quintaesencia sería el resultado de tener en armonía los tres principios filosóficos: el mercurio, el azufre y la sal. No desde el punto de vista químico, si no desde el punto de vista de principios filosóficos. Con respecto a una planta es la capacidad de separar su azufre –su aceite esencial-, su mercurio –sus hidratos de carbono- y su sal –los minerales-. Separarlos, depurarlos y volverlos a reunir en la proporción que la propia naturaleza dicta y, a partir de ahí, tengo una quintaesencia. En el ser humano sería lo mismo: analizar mi azufre –mi alma-, poder analizar mi espíritu -mi psique- y mi parte estructural, que es mi sal. Si soy capaz de analizar individualmente esas tres partes que me componen y crear una armonía de conjunto entre esos tres principios filosóficos, consigo una armonía y un equilibrio a nivel individual, como persona, como ser humano y si alcanzo ese equilibrio, podría decir que he llegado a mi quintaesencia.



  ¿Qué entendemos por signatura y hasta qué punto es algo subjetivo?

 La palabra signatura hace referencia a lo que interpretaban los antiguos fitoterapeutas. Fundamentalmente captaban las señales -la palabra signatura quiere decir señal-, las señales de la planta que, por su morfología, por su olor, por su sabor, por su color, invitaban a pensar en su relación con un elemento planetario, con una fuerza planetaria. Lo curioso es que puede resultar como algo esotérico, o incluso mágico, pero gran parte de lo que aquellos antiguos del medievo y tiempo atrás dijeron como signaturas en las plantas hoy día se corrobora en la virtud bioquímica que conocemos. De tal manera que, cuando decimos que una planta es venusiana curiosamente tiene propiedad antiinflamatoria y, cuando analizamos sus principios activos, resulta que gran parte de esos principios –si la planta es venusiana- van tener una serie de propiedades antiinflamatorias que desarrollan eso que nosotros llamamos actividad venusiana. Al final no deja de ser un lenguaje, no deja de ser la interpretación de una serie de signos que antiguamente eran más por la morfología, más por el sabor, más por el color, y que hoy día se han corroborado con la propia química.



  Que le dirías a una persona que trabaje en un hospital, acostumbrada a usar medicamentos muy impositivos -adrenalina, trangorex, etc…-, con un efecto visiblemente instantáneo en el paciente, para que se abra, al menos filosóficamente a este otro modo de aproximarse a la salud.

  Yo le diría que la verdad única no existe, que hay muchas verdades. La utilización de sustancias químicas, tal y como se conoce hoy día, en la práctica de la medicina de urgencia y la medicina clínica diaria, es una de las realidades que trabaja contra la enfermedad y que apoya la salud; pero además de ese tipo de herramientas y de ese tipo de verdad existen otras parcelas de verdad que pueden ayudar al ser humano. La idea es que no centrarse en un paradigma único, tener la suficiente apertura mental para entender que la pirámide que forma el triángulo de la salud se compone de multitud de parcelas y que ninguna de ellas tiene porque ser una verdad absoluta con respecto a las demás. Posiblemente la interactuación, la integración y, lo que hoy día está por llamar medicina integrativa, es el futuro a conseguir. El objetivo: intentar trabajar integrando ese concepto de conocimiento, si queremos incluso científico, por que ¿qué es ciencia? pero si queremos… científico, para poder determinar en cada ocasión y en cada momento qué es lo que necesita un enfermo. Si alguien necesita una actuación quirúrgica y rápida, vámonos a la acción quirúrgica, vámonos a las sustancias químicas que necesitemos, y una vez superado ese proceso agudo, vamos a ver de qué manera ponemos en marcha y restauramos su fuerza vital, su energía interior, para -de forma respetuosa- devolverle la normalidad. Y yo creo que no hay un conflicto de enfrentamiento. Posiblemente el paradigma científico futuro de lo que está hablando es de una integración.



  Francisco… ¿Eres un alquimista?

  (Se lo piensa unos instantes) Yo no me atrevería a decir que soy un alquimista. Yo, con toda humildad diría que, lo que soy, es un investigador.


Balneario de Cuntis. Pontevedra.
          19 de octubre del 2013

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